Hay cosas que siguen rompiéndote
el corazón a pesar del tiempo, la distancia, el sol y la tos, a pesar de no
conocer el amor, porque solo practica su egoísmo insípido. Él es de esas fibras
inherentes a mi naturaleza, de esos mensajes ocultos y cifrados que en cada
esquina noto, porque es una idea que sigue ahí, sobreviviendo a través de los
años.
Es tan absurda la soledad, la
infelicidad, los caminos llenos de hojas que crujen y lloran en cuanto uno las
pisa y les quita la vida, así sucede y así sucedió, él no era nadie, pero un
día se convirtió en alguien, paso por mi camino, me piso, crují y lloré,
después de un rato morí, no completamente, solo esa parte donde se localiza ese
tipo de dolor indescriptible, en el mismo lugar donde cayeron tachuelas y
alfileres cuando decidí moverme un poco más allá.
El finge sus besos, sus lágrimas,
yo le creo todo lo que me niega, todo lo que me inyecta, es tan absurda esa
tristeza en el aire, tristeza de besos cortos, de sueños perdidos en alguno de
mis bolsillos, tú tienes esa mirada de culpa y yo me pregunto si fuiste tú
quien perdió algo, y por eso tu demora, tu cobardía, tus ganas de golpearme, de
recordar cosas viejas, de historias de hace muchos años.
Yo no tengo la simpatía de darle
vida o música a las letras en un papel, así como tú no tienes la empatía con
cualquier ser vivo, y lo único que necesito es un poco de dinero para salir de
acá.
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