Sé
con exactitud qué partes de mi fallan, en qué momento y bajo qué circunstancias
¿no lo sabe usted aún? En el fondo debe saberlo e incluso reconocerlo ¿no se
encontró acaso ya con lo peor de mí? Ambos sabemos que si. No fue adrede, ni
fue su culpa, tampoco fue la mía, cargo con mucha culpa y me ha costado mucho
trabajo, esfuerzo y dedicación reconocer que las circunstancias se dieron como
se dieron por eventos ajenos, más lejanos y tardíos que usted y que yo, por
historias que si bien usted no vivió, llegó en el peor momento, o de pronto
llegó en el momento justo, nadie jamás me hizo recapacitar tanto, tan
rápidamente acerca de todo eso que hay mal en mí, de todo eso que permite y
logra dañar a los otros con toda la eficacia del caso, si, eso es mi culpa, sé
que existe, sé que soy de esa manera y no existe regulación alguna, sé desde
hace muchos años lo posesiva que soy, pero es algo tan aplastante que no logro
ceder ante mí misma pero ¿usted qué podría saber acerca de ello? Si no le
importa nadie, ni nada, mientras que lo que más puedo dar es que alguien me
importe honestamente.
No
hay día en el que no quiera que me perdone, en el que no me arrepienta de haber
llegado a múltiples límites, a diversas instancias de la palabra y la ofensa, pero
¿qué podría saber usted o hacer si también falló? ¿No se le hacen parecidas o
conocidas estas noches frías? Pudo, podrían, quise, verbos tan dispares en este
contexto, por favor no se le olvide la desigualdad de condiciones, cómo
ocurrieron realmente tantas cosas, muchas verdades que ni residen en mí, pero
que asumiendo debo tener toda la razón, de igual forma ¿qué queda por hacer? Si
es que su silencio es la constante, el enojo, la ira, ¿mi culpa?
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